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Análisis del debate de candidatos a presidencia de México

¿se golpeó lo suficiente a Enrique Peña Nieto o este cometió algún error garrafal para afectar su posición de puntero en las encuestas?

Columna de opinión

Por Carlos Rajo

La pregunta central luego del debate de los candidatos a la presidencia de México es simple: ¿se golpeó lo suficiente a Enrique Peña Nieto o este cometió algún error garrafal para afectar su posición de puntero en las encuestas?

La respuesta creo que es también simple: no.

Peña Nieto, el candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI), fue el centro de los ataques, particularmente del candidato de la izquierda Andrés Manuel López Obrador y de la candidata del conservador PAN, Josefina Vásquez Mota. Y es cierto, en varias instancias Peña Nieto se vio contra la pared, sin embargo, nunca se quedó sin respuesta o dijo alguna barbaridad que lo haya hecho verse mal.

Extraño este debate mexicano. Debido a las reglas impuestas por la legislación y el Instituto Federal Electoral -y en cierto sentido por los partidos políticos mismos- no existió ese enfrentamiento verbal directo que se da en otros debates. Dentro de estas limitaciones a Peña Nieto le llovió fuego cruzado.

Y no podía ser de otra manera. Tanto López Obrador como Vásquez Mota estaban obligados a ir a la ofensiva. Según todas las encuestas, Peña Nieto llevaba una ventaja de alrededor de 15 o más puntos sobre el segundo (que a veces es Vázquez Mota y en otros días López Obrador). No extrañó entonces que tanto Vásquez Mota ignorara a López Obrador y viceversa. Ambos sólo tenían un objetivo: Peña Nieto.

El cuarto en el debate, Gabriel Quadri, del Partido Panal, tampoco nadie le hizo caso, aunque para hacerle justicia fue el que hizo las mejores propuestas (quizá la más controversial: eliminar el subsidio estatal a la gasolina, es decir, que sea más cara).

Los ataques de López Obrador se centraron en un par de ideas. Una, que los males de México tienen que ver con el grupo de poderosos que controla los destinos del país. Dos, que Peña Nieto es producto de la mercadotecnia y de la influencia de las cadenas de televisión, en especial de Televisa.

Y algo más: que esos mismos males de México se pueden resolver si el país acaba con la corrupción. Y que él por supuesto, promete honestidad a toda prueba. Poco de programas o políticas sobre cómo gobernar pero mucho de señalamientos sobre los “privilegiados” que viven “en la opulencia en medio de la pobreza”.

Vásquez Mota atacó la gestión de Pena Nieto cuando este fue gobernador del Estado de México. Nada nuevo ya que esta ha sido la tónica de la campaña de la candidata del PAN. Una y otra vez se repitió el ataque, en particular de que con Peña Nieto se incrementó la corrupción en su estado natal. Peña Nieto respondió con sus propias cifras. Más allá de quién tenga la razón, el punto es que no “pego” la acusación. Cada quien citó a su propia fuente.

Algo es claro, Peña Nieto no es un gran orador o alguien con gran facilidad de palabra, es simplemente que fue capaz de decir lo mínimo para no verse mal. Sus propuestas y la defensa ante los ataques las ha venido ensayando en lo que va de la campaña, y no hubo sorpresas o algún “as sacado de la manga” de alguno de los otros candidatos que lo hiciera tambalear.

Más que Peña Nieto lo que más llamó la atención fue lo de López Obrador. El candidato de las izquierdas mexicanas tiene su visión del mundo, su diagnóstico de México y su manera de actuar y a partir de ahí no lo saca  nadie. No parece que tenga asesores de imagen, consejeros o lo que sea.

Pareciera que es el mismo Lopez Obrador de hace seis años. Un líder sincero al que no le preocupa cómo se ve en televisión -si severo, repetitivo o sabelotodo- y que repite hasta el cansancio lo que a su juicio sucede en México. Un país, dice, que es gobernado por una elite de gente que goza de enormes privilegios y quienes en base a la corrupción y a la manipulación de los medios de comunicación controlan la riqueza y el poder.

Serán las encuestas de los próximos días y por supuesto la elección las que dirán si el discurso de López Obrador tuvo efecto entre los votantes.

Lo de Vásquez Mota no creo que haya sido suficiente para cambiar nada en las encuestas. La candidata no pudo responder una interrogante obvia: mucho de lo que critica que no se ha hecho o que promete que hará, por qué no se ha hecho si su partido ha estado en el gobierno por casi doce años?

Es posible sin embargo, que López Obrador y Vásquez Mota hayan logrado al menos introducir nuevas líneas de discusión en la campaña presidencial. Fue tanto el lodo que se tiró contra Peña Nieto sobre la corrupción y la falta de promesas cumplidas en su gestión como gobernador que aun cuando es cierto que ya se ha hablado de ello en la campaña, es la primera vez que se le dice de frente. Dependerá mucho de si la cobertura de prensa se enfoca en estos temas.

Dicho esto hay que recordar algo que da base en parte al dicho de que Peña Nieto no perdió el debate. Nada de lo que ahí se dijo contra él es nuevo. Ni los ataques personales ni las acusaciones que representa a ese mismo PRI que gobernaba antes de que llegara el PAN al poder. El punto es que la gente ya sabe esto y por alguna razón o razones que no todo el mundo tiene muy claro, siguen diciendo a los encuestadores que aun así votarán por Peña Nieto