Columna de opinión
Por Carlos Rajo
Jugar en un Mundial de Fútbol se supone que es la máxima ilusión para cualquier futbolista, vestir la camiseta nacional, ser visto por el mundo futbolero en los cuatro puntos del planeta y de ser posible, entrar en los libros de historia no sólo del fútbol internacional sino del propio país que lo vio nacer. Quizá aun más, en una nación tan nacionalista como México.
No este el caso de Carlos Vela, el joven futbolista de 24 años que es ahora el mejor jugador de los mexicanos que participan en las ligas europeas. Vela anunció en una carta que publicó via Twitter que no está en las mejores condiciones mentales para ir al Mundial.
“No he estado mentalmente al 100% para formar parte de este representativo, el cual merece mi máximo respeto”, señaló Vela en su misiva cerrando así lo que se ha desarrollado como una larga novela de muchos episodios en los cuales un día se decía que sí aceptaría el llamado a la selección y el siguiente que lo rechazaría.
Hay un par de preguntas que están hoy en la conversación de los que siguen el fútbol mexicano. Una, cuál es la verdad sobre ésta negativa de Vela -más allá de su dicho de que no está mentalmente preparado-. Y la otra, cuál es el efecto que su ausencia tendrá en el desempeño de la selección mexicana en la Copa del Mundo en Brasil.
Un jugador es apenas una pieza en el complejo engranaje táctico y estratégico de un equipo de fútbol y no debería de ser motivo suficiente para con su presencia o ausencia determinar la suerte de tal equipo. En el caso del Tri sin embargo, es claro que con Vela aumentarían de manera significativa las posibilidades de hacer un buen papel en el Mundial.
Por lo que ha mostrado en la Liga española jugando para el Real Sociedad, Vela está claramente en un nivel superior al resto de futbolistas mexicanos -tanto los que juegan en Europa como los que juegan en México. Al estar Vela ausente del Mundial nunca se sabrá por supuesto que mas podría haber conseguido la selección mexicana. Lo único cierto es que se estará desperdiciando el talento de uno de los mejores jugadores que ha producido el fútbol mexicano en los últimos años.
Sobre las verdaderas razones por la negativa de Vela -asumiendo que hay otras detrás de su dicho- todo es pura especulación. Cuesta creer sin embargo lo de que no está en su mejor capacidad mental cuando que sí es claro que está al 100% ante las demandas de su equipo en la Liga española.
Se habla de que por ejemplo Vela está molesto con los directivos mexicanos porque lo suspendieron en 2010 por una fiesta que organizó en el hotel de concentración después de un partido ante Colombia. Se menciona también que no se lleva bien con ciertos jugadores. En fin, muchas versiones -de ahí lo del ‘culebrón’ novelesco sobre su postura ante el llamado del Tri- que sólo Vela mismo sabe sin son ciertas o no.
Lo que sí es claro es que con su negativa pierden todos, la selección mexicana y Vela mismo. Por más que se gane dinero y fama en el fútbol europeo nada se compara con vestir la camiseta nacional en una Copa del Mundo. En particular, la camiseta de una nación en la cual el nacionalismo es tan intenso.
Con todo respeto a los motivos de Vela, quizá sea que el fútbol internacional ha entrado en una nueva época en la cual lo que importa más es el club donde se gana la vida y donde se ganan vagones de dinero y no la selección de la patria que lo vio nacer y donde se juega más por el orgullo de vestir la camiseta que por los dólares que se pagan.