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Un triunfo con víctimas. Gana el Atlético de Madrid y el Barcelona se queda sin entrenador

Por Carlos Rajo Al final no se hizo el milagro. Andrés Iniesta, uno de los grandes del Barcelona, había dicho hace unas semanas que sólo un milagro podía hacer que el Barsa saliera campeón y así salvar la temporada del equipo de Messi y compañía. Sucede que para gente práctica que sólo cree en el trabajo duro, en un fútbol de sacrificio y de entrega total, no hay tal cosa como los milagros. Lo único que vale son los resultados: el Atlético de Madrid sacó el empate en el Camp Nou y se coronó campeón de la Liga española. Se ha dicho siempre que las finales de campeonato -en este caso nadie lo diseñó como una final sino que las circunstancias lo pusieron así- son tensas, golpeadas y sin el gran espectáculo que todo el mundo espera. El partido en Barcelona cayó justo en este molde. Un Atlético al que le bastaba un empate para salir campeón y un Barsa para el que sólo la victoria era buena jugaron un partido mediocre, más peleado en la media cancha que con jugadas que rescatar en el área contraria. Pero así es el fútbol, nadie se acordara que al final el técnico del Barcelona Gerardo Martino renunció, apenas un año después de haber llegado al Barsa. Al final lo que cuenta son los resultados y cuando se escriba la historia de esta Liga 2013-2014, nadie hablará del chato partido en el Camp Nou. Todo lo que se dirá es que el Atlético de Madrid salió campeón y con ello rompió en pedazos la hegemonía que por años habían mantenido el Barsa y el Real Madrid repartiéndose entre ellos los campeonatos. Que además, es la primera Liga que gana el Atlético desde 1996. Salir campeón con el empate es como decir se consiguió apenas lo justo. Un Atlético que alcanza la gloria sin nada que desperdiciar y jugando buena parte del segundo tiempo con casi todo el equipo atrás y apenas con un par de delanteros en el contragolpe. Esta descripción sin embargo, no le hace justicia al nuevo campeón español. Para valorar al Atlético en toda su dimensión hay que ver lo que hizo en todo el campeonato. Es una hombrada dejar atrás a equipos como el Barsa y el Real Madrid que son algo así como los primos o tíos ricos de un Atlético que es el primo o sobrino pobre. Cualquier estrella del Barsa o el Madrid, como Messi o Cristiano Ronaldo, de seguro valen en euros lo que cuesta toda la plantilla del Atlético. Pero volvamos al partido. Ciertamente un gran espectáculo a nivel de afición. Casi cien mil aficionados del Barsa y apenas unos 500 del Atlético. Al ver salir a la cancha a los jugadores cuesta no fijarse en los anuncios en las camisetas de Qatar Airlines, de Azerbaiján -es un país para los despitados-, de DirecTV y de Koycera -una marca japonesa de cuchillos-, una muestra de lo global que se ha convertido este fútbol de las principales ligas europeas (lo mismo pasa con la Liga inglesa y en menor medida con la alemana e italiana). Es gracias a la televisión y a estas firmas que es posible pagar a jugadores como Messi o el brasileño Neymar. El primer tiempo comenzó mal para el Atlético. Por momentos parecía que la mala suerte que por lo general acompaña a los no exitosos en la vida había hecho estación en el Atlético de Madrid. Primero a los 13 minutos se lesiona el goleador Diego Costa, quizá el único jugador de verdadero alto nivel -tanto en calidad como en valor monetario- del Atlético. Un desgarre que hace que el jugador de origen brasileño nacionalizado español salga llorando del campo. Costa sabía que era no sólo que el equipo sentiría su ausencia sino que además corre el riesgo de no jugar la final de la copa Champions contra el Real Madrid el próximo sábado. Más tarde a los 19 minutos se lesionó Arda Turán, un sólido medio campista de origen turco. Es posible que las lesiones hayan sido pura casualidad, pero también no es de descartar que sean resultado de lo intenso que son las temporadas europeas (se juega a nivel local y a nivel continental. Nueve meses de dos o tres partidos por semana). A los 33 minutos cae el gol del Barsa. Un pase de Fábregas que Messi toca de primera intención con el pecho para que llegue el chileno Alexis y con un zapatazo al ángulo derecho arriba del portero ponga adelante al Barsa. Por momentos parecía que sí se hacía el milagro. Que un Barsa que para muchos no merecía el campeonato estaba a punto de reafirmar lo que supuestamente es lo “normal” en la Liga española: que sino es el Real Madrid es el Barsa el que se corona campeón. Al terminar el primer tiempo alguien pudiera haber apostado que todo estaba definido. Que sin hacer mayor cosa -su famoso sistema del tika-taka o de los muchos pases a ras de piso no funcionaba- el Barsa mantendría la ventaja. El Atlético se veía un tanto como amarrado. Como que el miedo escénico de jugar el partido final había ganado la mente de estos guerreros que a lo largo de la temporada habían hecho casi todo bien. Por supuesto, hacía falta poner en el balance la plática que daría en el entretiempo el famoso técnico argentino del Atlético, el Cholo Simeone (un campeón de la motivación). En la segunda mitad el Atlético salió a romperla. Ya desde el primer minuto con un atque de David Villa anunció que no se daba por vencido y que la mala suerte o tensión del primer tiempo era más anécdota que otra cosa. A los 49 cae el gol del empate. Un córner y el frentazo en el centro del área del defensa uruguayo Diego Godín. Vale preguntarse cómo es que los centrales del Barsa dejaron que Godín cabeceara sin dificultad. Una de las tantas interrogantes sobre el futuro del Barcelona. Un equipo que para muchos ha terminado un ciclo y necesita una profunda renovación. El resto del partido fue más o menos en la misma dinámica: el Barsa atacando -nada extraordinario, ni siquiera del gran Messi- y el Atlético echado atrás con dos lineas de cuatro defendiendo. Ingresarían luego Neymar y Xavi, pero de nada sirvió. La suerte estaba echada. Los “colchoneros”, el segundo y pobre equipo de Madrid -en dinero, no en afición o pasión- sería el nuevo campeón del fútbol español. No se hizo el milagro para el Barsa. La verdad, hubiese sido injusto que se diera. La llegada del Atlético a la cima de la Liga española marca no sólo el ascenso de un nuevo actor en el fútbol de la Liga sino también la confirmación de que el Barcelona de Messi, Iniesta, Xavi y demás, ha llegado al final. La salida del entrenador Martino es apenas el primer acto de lo que debería de ser un éxodo de varios jugadores que simplemente han terminado su tiempo en un Barsa que como se ha escrito ganó todo, pero que hoy ha cerrado un ciclo. Se ha escrito una nueva página en el fútbol español. El rey ha muerto, viva el Rey -el Atlético del Cholo-.

Por Carlos Rajo

Al final no se hizo el milagro. Andrés Iniesta, uno de los grandes del Barcelona, había dicho hace unas semanas que sólo un milagro podía hacer que el Barsa saliera campeón y así salvar la temporada del equipo de Messi y compañía. 

Sucede que para gente práctica que sólo cree en el trabajo duro, en un fútbol de sacrificio y de entrega total, no hay tal cosa como los milagros. Lo único que vale son los resultados: el Atlético de Madrid sacó el empate en el Camp Nou y se coronó campeón de la Liga española.

Se ha dicho siempre que las finales de campeonato -en este caso nadie lo diseñó como una final sino que las circunstancias lo pusieron así- son tensas, golpeadas y sin el gran espectáculo que todo el mundo espera. El partido en Barcelona cayó justo en este molde. 

Un Atlético al que le bastaba un empate para salir campeón y un Barsa para el que sólo la victoria era buena jugaron un partido mediocre, más peleado en la media cancha que con jugadas que rescatar en el área contraria. 

Pero así es el fútbol, al final lo que cuenta son los resultados y cuando se escriba la historia de esta Liga 2013-2014, nadie hablará del chato partido en el Camp Nou. Nadie se acordará que al final el técnico del Barcelona Gerardo Martino renunció, apenas un año después de haber llegado al Barsa. Al final lo que cuenta son los resultados y cuando se escriba la historia de esta Liga 2013-2014, nadie hablará del chato partido en el Camp Nou. Todo lo que se dirá es que el Atlético de Madrid salió campeón y con ello rompió en pedazos la hegemonía que por años habían mantenido el Barsa y el Real Madrid repartiéndose entre ellos los campeonatos. Que además, es la primera Liga que gana el Atlético desde 1996. 

Salir campeón con el empate es como decir se consiguió apenas lo justo. Un Atlético que alcanza la gloria sin nada que desperdiciar y jugando buena parte del segundo tiempo con casi todo el equipo atrás y apenas con un par de delanteros en el contragolpe. Esta descripción sin embargo, no le hace justicia al nuevo campeón español. 

Para valorar al Atlético en toda su dimensión hay que ver lo que hizo en todo el campeonato. Es una hombrada dejar atrás a equipos como el Barsa y el Real Madrid que son algo así como los primos o tíos ricos de un Atlético que es el primo o sobrino pobre. Cualquier estrella del Barsa o el Madrid, como Messi o Cristiano Ronaldo, de seguro valen en euros lo que cuesta toda la plantilla del Atlético.

Pero volvamos al partido. Ciertamente un gran espectáculo a nivel de afición. Casi cien mil aficionados del Barsa y apenas unos 500 del Atlético. Al ver salir a la cancha a los jugadores cuesta no fijarse en los anuncios en las camisetas de Qatar Airlines, de Azerbaiján -es un país para los despitados-, de DirecTV y de Koycera -una marca japonesa de cuchillos-, una muestra de lo global que se ha convertido este fútbol de las principales ligas europeas (lo mismo pasa con la Liga inglesa y en menor medida con la alemana e italiana). Es gracias a la televisión y a estas firmas que es posible pagar a jugadores como Messi o el brasileño Neymar. 

El primer tiempo comenzó mal para el Atlético. Por momentos parecía que la mala suerte que por lo general acompaña a los no exitosos en la vida había hecho estación en el Atlético de Madrid. Primero a los 13 minutos se lesiona el goleador Diego Costa, quizá el único jugador de verdadero alto nivel -tanto en calidad como en valor monetario- del Atlético. Un desgarre que hace que el jugador de origen brasileño nacionalizado español salga llorando del campo. Costa sabía que era no sólo que el equipo sentiría su ausencia sino que además corre el riesgo de no jugar la final de la copa Champions contra el Real Madrid el próximo sábado. 

Más tarde a los 19 minutos se lesionó Arda Turán, un sólido medio campista de origen turco. Es posible que las lesiones hayan sido pura casualidad, pero también no es de descartar que sean resultado de lo intenso que son las temporadas europeas (se juega a nivel local y a nivel continental. Nueve meses de dos o tres partidos por semana).

A los 33 minutos cae el gol del Barsa. Un pase de Fábregas que Messi toca de primera intención con el pecho para que llegue el chileno Alexis y con un zapatazo al ángulo derecho arriba del portero ponga adelante al Barsa. Por momentos parecía que sí se hacía el milagro. Que un Barsa que para muchos no merecía el campeonato estaba a punto de reafirmar lo que supuestamente es lo “normal” en la Liga española: que sino es el Real Madrid es el Barsa el que se corona campeón.

 Al terminar el primer tiempo alguien pudiera haber apostado que todo estaba definido. Que sin hacer mayor cosa -su famoso sistema del tika-taka o de los muchos pases a ras de piso no funcionaba- el Barsa mantendría la ventaja. El Atlético se veía un tanto como amarrado. Como que el miedo escénico de jugar el partido final había ganado la mente de estos guerreros que a lo largo de la temporada habían hecho casi todo bien. Por supuesto, hacía falta poner en el balance la plática que daría en el entretiempo el famoso técnico argentino del Atlético, el Cholo Simeone (un campeón de la motivación).

En la segunda mitad el Atlético salió a romperla. Ya desde el primer minuto con un atque de David Villa anunció que no se daba por vencido y que la mala suerte o tensión del primer tiempo era más anécdota que otra cosa. A los 49 cae el gol del empate. Un córner y el frentazo en el centro del área del defensa uruguayo Diego Godín. Vale preguntarse cómo es que los centrales del Barsa dejaron que Godín cabeceara sin dificultad. Una de las tantas interrogantes sobre el futuro del Barcelona. Un equipo que para muchos ha terminado un ciclo y necesita una profunda renovación.

 El resto del partido fue más o menos en la misma dinámica: el Barsa atacando -nada extraordinario, ni siquiera del gran Messi- y el Atlético echado atrás con dos lineas de cuatro defendiendo. Ingresarían luego Neymar y Xavi, pero de nada sirvió. La suerte estaba echada. Los “colchoneros”, el segundo y pobre equipo de Madrid -en dinero, no en afición o pasión- sería el nuevo campeón del fútbol español. No se hizo el milagro para el Barsa. 

La verdad, hubiese sido injusto que se diera. La llegada del Atlético a la cima de la Liga española marca no sólo el ascenso de un nuevo actor en el fútbol de la Liga sino también la confirmación de que el Barcelona de Messi, Iniesta, Xavi y demás, ha llegado al final. La salida del entrenador Martino es apenas el primer acto de lo que debería de ser un éxodo de varios jugadores que simplemente han terminado su tiempo en un Barsa que, es cierto, ganó todo, pero que hoy ha cerrado un ciclo. Se ha escrito una nueva página en el fútbol español. El rey ha muerto, viva el Rey: el Atlético del Cholo.